Ante todo lo
expuesto en las anteriores entregas, nos formulamos e intentaremos responder
las siguientes interrogantes; ¿Qué debe
hacer el gobierno? ¿Debe reducir la inversión social, suspender o eliminar las misiones,
suspender o eliminar las políticas sociales y de inclusión? ¿Debe apelar
a las medidas neoliberales de congelación
de salarios y liberación de precios? ¿Debe rectificar su estrategia o
ratificar, radicalizar y profundizar el proceso de cambios? Dando continuidad a
nuestro análisis y como parte final del presente ensayo, nos corresponde
entonces reflexionar sobre las posibles salidas hacia la superación de la
crisis.
F.- Una línea política revolucionaria desde el movimiento popular
Por todo lo que
venimos exponiendo, salta a la vista que los consumidores venezolanos nos encontramos totalmente en manos de
empresarios y comerciante inescrupulosos grandes medianos y pequeños,
nacionales y transnacionales (acaparadores, especuladores, “bachaqueros”), pues
la burocracia encargada de los controles y de las sanciones se muestra impotente para cumplir sus funciones de protección al consumidor. Además,
dada la dimensión del problema, se requeriría asignar un policía para cada
comerciante formal o informal, corriendo el inminente riesgo de que el policía
o funcionario fiscalizador sea sobornado.
A la dificultad para controlar los precios se suma la ineficiencia
burocrática y la explicable y muy lógica tendencia a la corrupción.
Como hemos visto,
todos los habitantes del país, en términos generales, en mayor o menor medida y
dado nuestro comportamiento económico, somos parte causante y parte responsable de los problemas planteados.
Todos -como compradores y vendedores- conformamos y dinamizamos los aludidos
mercados (mercados negros y mercado de vendedores), así como la institucionalización de las compras
nerviosas. Los consumidores reaccionamos conforme a las expectativas
dominantes. Al factor objetivo o subjetivo del real o supuesto
desabastecimiento (anaqueles vacíos y colas) reaccionamos comprando
nerviosamente y contribuyendo al fenómeno con el “acaparamiento doméstico”.
Al incremento brutal
de los precios (y como consecuencia también de los futuros costos), los
comerciantes, sí van a vender, suman a sus mercancías un sobre-precio, pues si
todos esperan que los precios aumenten día a día. Los comerciantes se curan en
salud y se adelantan, suponiendo que el próximo incremento de precios será
inminente, toman medidas que agravan y
potencian el problema existente. Es lo que hemos llamado círculo vicioso de
la especulación o híper-inflación inducida, vía expectativas económicas. Es
decir, los agentes económicos reaccionan subjetivamente, y, con esta reacción,
crean consecuencias objetivas que cambiarán la realidad agravando el problema.
Esa es la trampa en la que hemos caído.
A todo ello se
suma la circunstancia de que en Venezuela, a diferencia de muchos otros países,
no existen organizaciones de defensa del consumidor ni tradición alguna al
respecto. Nos preguntamos, ¿podría el poder popular asumir la función de
proteger al consumidor? En otras
palabras, ¿será posible lograr un acuerdo para que un
conjunto de organizaciones populares, por ejemplo, coordinadas por UNAMUJER o por
los CLAP, asuman la efectiva defensa del consumidor, y que, manejando la
información necesaria y actualizada de los costos y de los “precios justos”
puedan definir respuestas rápidas, oportunas y eficaces de consumidores bien
informados y bien orientados que decidan, por ejemplo, el boicot de mercancías
vendidas con sobre precio. No olvidemos que los consumidores organizados somos
más poderosos que los comerciantes especuladores.
Es evidente que
sólo una respuesta consciente y organizada de un movimiento popular debidamente
informado y orientado, puede detener el despeñadero económico en el cual
parecemos caer indefectiblemente. Por nuestra parte, pensamos que en base a un
diagnóstico certero de lo que está ocurriendo, el pueblo consciente y
organizado, con o sin el apoyo del gobierno, podría encontrar
respuestas que logren revertir el
diabólico proceso en que nos
encontramos atrapados. Como un aporte al proceso, ofrecemos este material
entendido como un conjunto de hipótesis que permitan iniciar y profundizar la
investigación del problema planteado o sean aceptados como un papel de trabajo
para comenzar la reflexión y el debate. Un debate que necesariamente tendría
que bajar al seno de las organizaciones populares y subir luego a las altas
esferas del poder gubernamental.
Por otra parte,
las revolucionarias y los revolucionarios venezolanos no podemos olvidar ni
dejar de lado que vivimos en una sociedad de clases, donde existe la explotación
y expropiación de las trabajadoras y
trabajadores asalariados y la opresión económica, social y política de todo un
pueblo por el sistema capitalista imperialista patriarcalista, anti-ecologista
y guerrerista, y que, por lo tanto, todo
lo que está ocurriendo en la economía y en la lucha social y política del país
(guerra económica; políticas económicas del gobierno; respuestas conscientes o
inconscientes de los individuos y de las fuerzas y factores sociales; conflictos
entre esas fuerzas y grupos; posturas de los periodistas y de los medios de comunicación social; el
debate político nacional e internacional), todo ello forma parte y está impulsado por la lucha de clases nacional e
internacional la cual se dirime en
medio de una profunda crisis del capitalismo mundial en descomposición. Por lo tanto
las revolucionarias y revolucionarios estamos obligados a tomar partido en esa
lucha, poniéndonos del lado de los oprimidos explotados y expropiados, vale
decir, de sus trabajadores, de sus mujeres y de sus luchas por la emancipación,
a objeto de contribuir a diseñar una línea política revolucionaria y a delinear
con ellas y ellos, una estrategia de transformación social anti-capitalista,
anti-patriarcalista, anti-imperialista, ecologista, internacionalista, es
decir, impulsar y desarrollar una lucha auténticamente revolucionaria.
NOTA 1: El autor
de este ensayo considera que el presente material no es algo completo ni
definitivo. No es un verdadero diagnóstico, pero constituye un primer aporte,
un punto de partida, un papel de trabajo para la discusión. Impulsar este
debate de manera honesta, autocrítica y democrática debe ser el compromiso
fundamental y la tarea prioritaria de los revolucionarios venezolanos, hoy
dispersos en grupos, partidos, organizaciones e instituciones de diverso tipo.
A continuación
incluimos a manera de apéndice nuestras opiniones acerca de lo que plantean,
tanto de manera explícita, como
implícita, los opositores de derecha y ultraderecha venezolanos y todos los operadores
políticos de la oligarquía nacional e internacional.
Apéndice: ¿Qué plantea la oposición
venezolana?
Aparte de su política de desestabilización destinada a derrocar o
sustituir el gobierno, la oposición no plantea con claridad un programa, ni
siquiera un conjunto de propuestas destinadas a solucionar o contrarrestar los
problemas planteados. Sin embargo, de manera aislada e indirecta van soltando
argumentos que vislumbran sus posiciones francamente neoliberales y además,
considerando sus críticas a la política económica del gobierno, podemos deducir
-de su discurso- lo que podrían ser sus lineamientos, propuestas, medidas y
decisiones.
Sabido es que la mayoría de los dirigentes de la oposición
venezolana (así como gran parte de los economistas neoliberales afectos a ella;
como casi todos los expertos y asesores
que les secundan, así como también una gran proporción de sus seguidores)
consideran, que lo que el gobierno ha denominado “guerra económica” sería,
según ellos, una consecuencia o efecto de la política económica del
gobierno bolivariano; de su control de precios; del control de cambio; de los
subsidios; de su política salarial; de sus expropiaciones o nacionalizaciones,
en fin, de la intervención del Estado adelantada por la política oficial.
Lo que no dicen es, qué ocurriría en el país sí esta política
fuese sustituida por la política económica neo-liberal que ha venido proponiendo
en forma a abierta y a veces velada la oposición de derecha. No dicen ni
explican claramente cuáles serían las consecuencias de la eliminación del
control de cambio y su sustitución por un dólar de libre circulación; de la liberación de precios decretada junto a la
congelación de salarios. Los opositores pretenden, con su silencio, hacer olvidar a los venezolanos
cuáles fueron los efectos de estas políticas en Venezuela y en América Latina durante
las dos últimas décadas del siglo pasado y pretenden hacerles voltear la mirada
para que no vean lo que está ocurriendo ahora en Argentina y Brasil o en España
y otros países europeos en los que campea el neoliberalismo.
Continúa en ¿Qué pasa en Venezuela? Nº 10: Planteamientos de la oposición neoliberal
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