Años después de la Revolución Cubana, a partir de la séptima década del siglo, ya derrotada la lucha armada adelantada por la extrema izquierda latinoamericana (radicalmente antiimperialista, procomunista y procubana); derrotada también la vía pacífica y democrática adelantada por Allende en Chile y luego de la aplastante derrota del “comunismo” en el mundo, simbolizada por la caída del muro de Berlín, la alianza oligárquico-imperialista se impuso sin resistencia en toda América Latina y en casi todo el mundo, con la sola excepción y la aislada resistencia de la bloqueada Cuba. Es por ello que el neoliberalismo se impuso sin mayor discusión en casi todo el mundo, junto a la ideología del “Fin de la Historia” y el “Pensamiento Único”. Ya casi nadie hablaba o escribía de revolución ni de socialismo. Todo parecía darte la razón a Fukuyama.
A partir de los primeros años del
siglo XXI, Venezuela se coloca en el centro de la política mundial. Con la
llegada de Chávez al gobierno se inicia una nueva etapa de la política
venezolana que coincide con otros cambios en América Latina y el mundo. La crisis económica, que había
asfixiado a Latinoamérica durante las últimas décadas del siglo XX, tocaba a su
fin. La llamada “década perdida” etapa de contracción económica y
crecimiento cero, mantuvo postrada a toda Latinoamérica. Pero por la brecha político-ideológica abierta por el chavismo se
inicia la debacle del neoliberalismo cuyas propuestas resultan condenadas,
incluso por el Papa Juan Pablo II. En Venezuela el estallido social de febrero
de 1989 creó un vacío político que sólo se llenaría diez años después, con el
triunfo de Hugo Chávez.
El “Movimiento V República” surgido
del golpe militar del 4 de febrero de 1992, asume la vía electoral y se
presenta ante el país como una promesa de cambio radical respecto al
neo-liberalismo pro-norteamericano existente durante los últimos años de la
llamada IV República (1959-1999), o, en otras palabras, respecto a la última
fase de la democracia formal, burguesa o bipartidista surgida del Pacto de
Punto Fijo en 1958. En un primer momento el Movimiento V República propone y adelanta
una revolución política orientada hacia los siguientes objetivos: Un nuevo
pacto social, es decir, una nueva Constitución a través de la cual se pretende
superar la democracia representativa y avanzar hacia la consolidación de una
democracia participativa y protagónica que se planteara defender nuestros
recursos naturales, impulsara la soberanía económica e intentara una justa
distribución de la riqueza.
En lo económico y social se propone
una ruptura con las políticas de corte neo-liberal y con la sumisión a los
dictados del Departamento de Estado de los EEUU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional. El gobierno se propone y lo proclama, plantar cara al gran
capital transnacional particularmente en lo que se refiere a la defensa de los precios de nuestro
principal recurso natural mediante el fortalecimiento de la OPEP. El precio
había caído a menos de 10 dólares/barril. El gobierno se plantea una política
exterior soberana, no alineada a los dictados de Washington. El gobierno
desafía a USA; enfrenta al ALCA, se acerca a Cuba, a Rusia y China. Se une a
los Países No Alineados. Apuesta a un mundo multipolar y a la unidad de todos
los países de América Latina y el Caribe.
Desechando los postulados
neoliberales, mediante una mayor intervención del Estado, el gobierno
bolivariano se propone lograr una más justa distribución de la renta petrolera,
incrementando el llamado gasto social. Se habló de aumentar la inversión social en educación, salud, vivienda, cultura, deportes, etc., y de pagar
la llamada deuda social. Por otra parte, el gobierno, poniendo límites al
llamado “libre” mercado, estableció un conjunto de controles y subsidios,
destinados a proteger y fortalecer “lo público” frente a los voraces intereses
privados nacionales y extranjeros. Impulsó también políticas de
nacionalización.
B-- Polarización, emocionalidad e irracionalidad
Todas aquellas propuesta provocaron
una radical y furibunda oposición de la derecha venezolana. A través de los
medios de comunicación privados nacionales y extranjeros se desata una terrible
campaña de descalificación del gobierno, del líder del proceso y de sus
políticas. A través de verdades, medias-verdades, exageraciones y descaradas mentiras, se inocula el miedo, la rabia y el odio en las clases medias
venezolanas. La campaña es exitosa y se logra que aproximadamente el 50 por
ciento de la población se movilice, tome las calles y armados de cacerolas se
embarquen en una oposición golpista, desestabilizadora, abiertamente
subversiva, similar a la utilizada para el derrocamiento de Allende en Chile, apoyada
y subvencionada desde el exterior por los EEUU y algunos países de la Unión
Europea.
La oposición se hizo obstruccionista,
descalificadora y desestabilizadora de manera sistemática: cacerolazos habituales;
campañas nacionales e internacionales contra “la dictadura comunista”;
manifestaciones pidiendo la renuncia del presidente; huelgas generales de
carácter insurreccional; instigaciones al golpe militar, conspiraciones; paro petrolero; referéndum revocatorio. Combinación
de todas las formas de lucha, legales e ilegales, pacíficas y violentas,
abiertas y encubiertas. Radicalización y polarización, inyección encadenada de
emociones y acciones negativas: miedo, rabia, odio y violencia. De esta manera
la política venezolana adquirió elevadas dosis de emocionalidad e
irracionalidad.
El gobierno intentaba, por un lado,
sentarse a dialogar, y por el otro, reaccionaba con contundencia, acusando,
descalificando y amenazando a la oposición, todo lo cual profundizaba la
polarización, avivó la emocionalidad y la irracionalidad. El país -de manera muy
insensata e irracional- se partió en dos:
50% de la población satanizaba al presidente, mientras que el otro 50% lo
endiosaba. La mitad del país no reconocía ningún acierto a la política del
gobierno; mientras que la otra mitad no emitía ni aceptaba crítica alguna. Un
cuadro de irracionalidad total que llevó a la oposición a cometer muchos
errores que favorecieron y fortalecieron al gobierno. La oposición nunca
rectificó. Insistió hasta hoy en el error.
C-. El modelo de transformación bolivariana: ¿reforma o revolución?
Nadie puede negar que la llamada
revolución bolivariana constituyó un verdadero proceso de cambios, pero de
cambios fundamentalmente políticos: a) Cambió la Constitución y con ella se
introdujeron importantes cambios políticos y jurídico-institucionales; b)
Cambió la política internacional del país: antimperialismo,
integración latinoamericana; lucha por un mundo multipolar; c) Impulsó la defensa de los recursos
naturales; d) la reorientación del gasto público hacia una más justa
distribución de la renta petrolera: reducción de la pobreza y del desempleo;
nivelación del salario mínimo (nominal); construcción de viviendas populares,
hospitales, escuelas, liceos y universidades;
creación de las misiones sociales.
Inversión en investigación y
desarrollo tecnológico; financiamiento de proyectos populares, impulso al
cooperativismo; préstamos blandos con tiempo muerto y pocas garantías; creación
de empresas del Estado de variada eficacia; nacionalización y/o estatización de
empresas: Creación de medios públicos de
comunicación y apoyo a medios de comunicación alternativos; protección a la
mujer, a la tercera edad, a la infancia abandonada y a la infancia en general;
inversión en seguridad alimentaria, importación y distribución de alimentos por
parte del Estado; empresas de fabricación o importación de autobuses;
automóviles; línea blanca, computadoras, tabletas, celulares y otros productos.
En síntesis, un conjunto de reformas
políticas y sociales de orientación popular basadas en la intervención del
Estado, mediante el incremento del gasto público de carácter social, a través
de la inversión directa: en empresas del Estado, de producción y de servicios;
creación y financiamiento de universidades, medios de transporte; creación y financiamiento de Misiones y
Grandes Misiones, creación de Ministerios, Institutos y desarrollo de programas económicos y sociales de diverso tipo y
de variada utilidad y eficiencia. Apoyo directo a productores y a diversos
programas económicos populares. Y finalmente, la arrolladora intervención del
Estado en la economía a través de apoyo crediticio, protecciones, subsidios y
controles del más variado tipo.
Daremos continuidad al presente
análisis en nuestra próxima entrega: ¿Qué pasa en Venezuela? Nº 3: Reversión de los avances sociales.
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