En la siguiente cuarta parte de este
ensayo y, dando continuidad a nuestro análisis, nos referiremos a continuación
a la vigencia, fortalezas, debilidades, vulnerabilidades y limitaciones del
modelo de revolución social bolivariano chavista.
D.- ¿Agotamiento o entrampamiento del modelo bolivariano?
Venezuela es uno de los pocos países
del mundo que han desafiado el modelo económico impuesto por el sistema
imperialista durante las últimas décadas en casi todo el mundo. En efecto, con
excepción de las grandes potencias, muy pocos países pequeños escapan a la
dictadura impuesta por el imperialismo a través de los organismos multilaterales rectores de la economía mundial (Banco Mundial, Organización Mundial de
Comercio, FMI, OIT, entre otros). Organismos que pretenden limitar la
soberanía económica de los países pequeños o débiles, que les imponen
desfavorables condiciones financieras y comerciales, y se oponen -en esos
países- a la intervención del Estado en la economía, cuando esa intervención no
es favorable los intereses del gran capital.
Y Venezuela lo ha intentado mediante
un modelo que pretende avanzar hacia “la construcción del socialismo” a través
de reformas legales y decretos ejecutivos, todo ello, dentro del sistema
capitalista-imperialista imperante en el país y en el mundo. Es decir, nadando
contra la corriente de una dinámica económica, social y política que en el mismo terreno económico, social y político, contrarresta,
sabotea o boicotea las conquistas populares de inclusión social y/o
distribución de la riqueza. Mientras el gobierno intenta una justa distribución
de la riqueza, de mil maneras el sistema -mediante su propia dinámica económica
o mediante la corrupción y/o el saboteo extra-económico- logra revertir los
avances sociales y concentrar nuevamente la riqueza en pocas manos.
Por otra parte, las políticas del
gobierno han generado una férrea oposición de las clases dominantes internas y
de las empresas transnacionales que -aunque se han beneficiado de ellas- se
sienten afectadas por controles oficiales que restringen su libertad de hacer y
deshacer, y, al mismo tiempo, podrían percibirse amenazadas en sus intereses futuros por el socializante discurso
oficial. Esas oligarquías junto al capital trasnacional, medios de
comunicación privados, fueron apoyadas por el imperialismo y, en un primer
momento, lograron el apoyo o la complicidad casi unánime e incondicional de la
clase media para sus planes subversivos, una clase media que, aunque se había
beneficiado de las políticas oficiales, fue manipulada por el poder mediático
de la referida alianza anti-gubernamental.
Una portentosa dificultad adicional
con la cual tropieza el modelo económico de la revolución bolivariana es lo que
se ha dado en llamar el “rentismo” petrolero. En efecto, lo que aparece como
una gran ventaja de los países exportadores de petróleo -el hecho de recibir
unos elevados ingresos por vía fiscal o por la venta de petróleo o derivados-
constituye, al mismo tiempo, por otra parte, una fuente de fenómenos de muy desfavorables consecuencias. Lo primero
que habría que precisar es el significado y las consecuencias de recibir una
renta. Veamos. La renta es un ingreso que no se deriva ni del trabajo (salario)
ni de la inversión de un capital (plusvalía). Se deriva de la propiedad y no de
la producción. Es una riqueza no producida por quienes la reciben. Es por lo
tanto parasitaria y en la mayoría de los casos tiene efectos inflacionarios.
En estas condiciones, el Estado
receptor tiende a hacerse paternalista y la población termina convertida en una
masa improductiva, parasitaria, beneficiaria pasiva de una riqueza que no
produce, todo lo cual conspira contra la cultura del trabajo, desfavoreciendo
la creación de una verdadera riqueza derivada de la producción, y, al desestimular la producción y la cultura
del trabajo, favorece el ocio, el parasitismo y la “viveza criolla”,
creando una tendencia totalmente desfavorable a la producción, alimentando de
esta manera la especulación, la corrupción y el despilfarro. Si se gana más
trabajando menos ¿cómo esperar que -dentro de un régimen capitalista- la gente
se esfuerce más para ganar lo mismo o menos?
Por lo que se observa a primera vista,
al valorar las consecuencias de la política económica adelantada por gobierno
bolivariano, se llega a la conclusión de que la misma, podría haber resultado
totalmente contraproducente, pues los controles implementados y los subsidios
utilizados, han generado consecuencias
radicalmente opuestas a lo que se esperaba de ellas: el control de cambios
ha provocado devaluación; el control de precios ha generado híper-inflación y
-como consecuencia de la misma- el intento de distribuir de manera equitativa
la renta petrolera -a corto o largo plazo- podría traducirse en un nuevo y más
grave empobrecimiento de la mayoría de la población del país.
Queda pues por discutirse si lo que
está ocurriendo en este momento constituye una evidencia del agotamiento del
modelo de transformación social y político adelantado por el chavismo o si se
trata de una batalla más, de una coyuntura que sólo expresa un nuevo
entrampamiento perfectamente superable. Cabe entonces preguntarnos sí podemos continuar la lucha por el
socialismo siguiendo la misma ruta transitada hasta el momento. Hay que
considerar que es grande el riesgo que se corre pues lo que está en juego no es
una derrota cualquiera, ya que, con ella podríamos estar abriéndole paso a la
gran tragedia humana que significaría para el país el triunfo de la ultra-derecha
neo o filo-fascista aliada del imperialismo o manipulada por él.
Sin embargo, al hacer el balance de lo
actuado habrá que reconocer los esfuerzos hechos para frenar la voracidad del
imperialismo norteamericano, así como los adelantos hacia la unificación
latinoamericana mediante la creación de organismos de integración de la Patria
Grande Latinoamericana. Líneas políticas que nos permiten caracterizar al gobierno bolivariano como antimperialista,
debido a lo cual Venezuela se ha convertido, durante los últimos quince años,
en centro de ataque de agresiones políticas desestabilizadoras por parte de
Estados Unidos y de la Unión Europea, potencias que aspiran o reclaman de los
países pequeños una sumisión incondicional a sus intereses geopolíticos.
Perversión del mercado interno o canibalismo
económico
Los venezolanos estamos viviendo una
situación que no tiene precedentes conocidos. Se trata de un conjunto de
problemas extremadamente graves y peligrosos que están poniendo en alto riesgo el bienestar, la seguridad y la paz de todos los habitantes. Del conjunto
de problemas que nos acosan aparece como el de mayor gravedad el que se ha
suscitado en la economía y muy particularmente en lo que se refiere a la
distribución y comercialización de alimentos, medicinas y muchos otros
productos básicos o esenciales.
Por
las características y la gravedad de los problemas implicados
(acaparamiento y especulación, desabastecimiento e híper-inflación) hemos
calificado como “canibalismo económico” al conjunto de perversiones que
conforman esta dramática situación. En efecto, los venezolanos pareceríamos estar atrapados en un círculo
vicioso en forma de espiral constituido por una galopante híper-inflación
aunada a un aparente o real desabastecimiento de muchos productos considerados
esenciales. Una híper-inflación que se percibe como indetenible. Aparece como
un huracán económico que amenaza arrasarlo todo.
El problema es de tal gravedad que
comienza a proliferar la desesperanza en amplios sectores de la población ya
que no se perciben como posibles soluciones efectivas. El pueblo tiende a
desesperarse pues al parecer, gran parte de la población desconfía del discurso y de las propuestas del gobierno, sin poder
esperar mucho de una oposición que mantiene una actitud obstruccionista pues
sólo plantea como solución la sustitución del actual gobierno, por lo que trabaja en función de la
desestabilización y por consiguiente, antes que buscar soluciones provoca el
agravamiento de los problemas.
Continuamos este análisis en nuestro siguiente artículo que titularemos: ¿Qué pasa en Venezuela? Nº 5: Poder popular y superación de la crisis.
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