El presente ensayo que hoy publicamos bajo el título “¿Qué pasa en Venezuela?”, fue escrito hace más de un año (a mediados o finales de 2016). Sin embargo, hemos decidido publicarlo ahora, por entregas, en este nuevo blog, por considerar que conserva gran parte de su vigencia. Esperamos que su lectura resulte provechosa para la compresión de la grave crisis que se ha abierto en los últimos años en nuestro país y que, en lo económico, ha venido agravándose muy peligrosamente en los últimos meses.
En este análisis, a partir de una
visión retrospectiva de lo que ha ocurrido en Venezuela durante los últimos
tres lustros -inclusive, yendo un poco más atrás para incorporar y tomar en
consideración otros antecedentes- procuraremos la comprensión y la
caracterización de lo que ahora, más recientemente, ha ocurrido y está
ocurriendo en Venezuela.
A la primera parte del texto
-contentiva de la aludida visión retrospectiva- la hemos denominado “Venezuela
en el centro de la tormenta”. Seguidamente, y refiriéndonos a lo ocurrido a
partir de 1999, incluimos una segunda parte descriptiva de los acontecimientos
de esta etapa. La hemos titulado “Polarización, emocionalidad e
irracionalidad”.
La tercera parte, en la cual
intentamos una caracterización del modelo de transformación social propuesto e
impulsado por el chavismo, la hemos titulado “El modelo de transformación
social: ¿reforma o revolución?”. Seguidamente, en la cuarta parte,
proponemos un debate en torno al posible agotamiento de ese modelo de
transformación. La hemos titulado “¿Agotamiento o entrampamiento del modelo
bolivariano?”.
Y, finalmente, en una quinta parte,
nos referimos a la crisis económica que vive en este momento Venezuela y al fenómeno
que el gobierno ha denominado “guerra económica”, así como a la política
gubernamental diseñada para afrontar esa crisis. A este acápite de nuestro
ensayo lo hemos denominado “Canibalismo económico y poder popular”.
Incorporamos finalmente un Apéndice
en el cual se analiza lo que de manera implícita
o explícita plantea como propuestas, y lo que oculta aviesamente, la oposición neoliberal
de derecha y de ultraderecha nacional e internacional para la “salvación” de
Venezuela.
A.- Venezuela en el centro de la tormenta
Venezuela no es un ente aislado. Forma
parte integral de un mundo globalizado. Tampoco es un país cualquiera unido de
cualquier manera a la globalización capitalista-imperialista reinante en el
mundo. Podríamos decir que nuestro país está en el ojo de la tormenta. Posee en
abundancia un recurso natural muy
requerido por todos los países del mundo, en especial por las grandes potencias del globo que carecen de él o
que requiriéndolo en grandes cantidades, son –a pesar de ello- países importadores
netos de ese recurso. Todos sabemos que el petróleo es un producto energético cuya
importancia económica es harto conocida, por lo que no es necesario abundar en
explicaciones al respecto.
Nuestro país, además, tiene una
ubicación geográfica extraordinariamente importante. Una ubicación geopolítica
y estratégica de primer orden. En primer lugar se encuentra a escasas millas de
distancia de los EEUU, una potencia imperial consumidora voraz de energía y una
nación exageradamente dependiente de este recurso energético. EEUU ha importado y sigue
importando gran parte del petróleo que se ha extraído y se extrae de
nuestro país. Desde hace casi un siglo
Venezuela ha sido uno de los principales abastecedores de petróleo importado
por la potencia del norte. En segundo lugar, Venezuela se encuentra a la cabeza
de América Latina. Es una ventana abierta al Caribe y con fácil acceso al
Atlántico y al Pacífico, vía Panamá.
En tercer lugar, Venezuela
históricamente ha sido un país que ha formado parte del área de influencia y
dominio geopolítico de los EEUU. Desde principios del siglo XX, como productor
de asfalto primero y como productor de petróleo después, Venezuela pasó a ser
en muchos sentidos un país dependiente
de la potencia del norte. En un primer momento EEUU se convirtió en dueño
absoluto del petróleo venezolano, mediante las llamadas concesiones petroleras,
a cambio de un impuesto muchas veces irrisorio. Venezuela se degradó a la
condición de república bananera, traspatio o neo-colonia de los EEUU. USA ponía
y quitaba gobernantes en Venezuela conforme a sus intereses imperiales.
A mediados del siglo XX los gobiernos
de nuestro país fueron despertando a cierta dosis de nacionalismo, dando
comienzo a una nueva etapa caracterizada por una suerte asociación entre el
grande y el pequeño que, en alguna
medida, mejoró la participación del país en los beneficios económicos de esta
extraordinaria riqueza. Aumentar la participación en la renta fue el objetivo declarado
de nuestros gobernantes durante esta etapa. Estas políticas comenzaron con la
Ley de Hidrocarburos de 1943 -que sancionó la reversión- y culminó con la Lay
de Nacionalización -que la desvirtuó- pues, en vez de mejorar la participación
del país. Nos referimos a la falsa nacionalización de Carlos Andrés Pérez, la
cual tuvo el efecto de una privatización disimulada, disfrazada de nacionalización.
Una pantomima que le garantizó a USA y a sus transnacionales petroleras el control del negocio por el resto del siglo
XX.
Esta relación de dependencia neocolonial
no regía únicamente la explotación y comercialización del petróleo crudo.
Diversos recursos naturales (oro, hierro, aluminio, bauxita, y otros minerales)
fueron extraídos y expoliados. Por otra parte, Venezuela se convirtió en un país importador de productos norteamericanos y europeos. Vender barato recursos
naturales y materias primas y comprar caro materiales, equipos y productos
finales, se convirtió en la regla de nuestro comercio exterior, haciendo casi
siempre negativas o desventajosas nuestras balanzas comercial y de pagos, y, en
consecuencia, desestimulando la producción interna y las exportaciones,
favoreciendo al mismo tiempo la fuga del excedente.
Durante todo el siglo XX gobernantes
venezolanos civiles o militares, más o menos democráticos o dictatoriales,
favorecieron esta relación de subordinación antinacional, cediendo total o
parcialmente nuestra soberanía. Y, por su parte, los gobernantes venezolanos que no se sometieron dócilmente a los
dictados de Washington (Cipriano
Castro, Medina Angarita y Rómulo Gallegos), en casi todos los casos fueron hostilizados, derrocados, o
invadidos sus países, por voluntad del gobierno de EEUU, en alianza con la
oligarquía, la derecha, los medios de comunicación privados y la Iglesia
Católica de Venezuela. Acusar de comunistas, acosar y derrocar a gobernantes
progresistas de América Latina fue la línea de la política exterior
norteamericana durante casi todo el siglo XX.
Durante los primeros sesenta años del
siglo XX prevaleció la política del big
stik (o gran garrote). Casi todos
los países de América Latina sufrieron intervenciones militares directas o
indirectas, mediante las cuales les fueron impuestos gobiernos militares
terriblemente autoritarios con sus
pueblos, pero rastreramente sumisos al
amo imperialista. Durante las últimas cuatro décadas, a partir de la revolución
cubana, se produjo una variante: Cuba
constituyó un “mal ejemplo” que “contaminó” a muchos países latinoamericanos
en los cuales algunos partidos o grupos revolucionarios pretendieron seguir los
pasos de la Isla caribeña. El gobierno norteamericano dejó de apoyar dictaduras
militares y pactó con las oligarquías, los partidos de derecha, la Iglesia
Católica y los militares anti-comunistas de América Latina, para promover una
“Alianza para el Progreso” falsamente democrática e hipócritamente nacionalista.
Daremos continuidad al presente
análisis en nuestra próxima entrega: ¿Qué pasa en Venezuela? Nº 2: Revolución política constitucional y legal.
(1)
Actualmente estamos terminando un segundo
ensayo que titularemos VENEZUELA: HACIA UN DIAGNOSTICO DE LA CRISIS, un aporte
a la comprensión de la coyuntura que se
ha abierto en Venezuela a partir de las elecciones presidenciales del 20 de
mayo y de la perpetración del atentado de magnicidio múltiple calificado en
grado de frustración, intentado el sábado 4 de agosto de 2018 contra el
presidente de la República y las más altas autoridades del Estado venezolano.
Iniciaremos muy pronto su publicación.
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