LA UTOPÍA
PERPETUA: EL HUMANISMO
Pretender hacer un estudio de la sociedad, en cualquier
momento, se convierte en proceso, acercamiento sucesivo, para develar el
conjunto de elementos concurrentes que a ella tributan, es tarea sumamente
difícil pero la opción, es la aproximación continua, la cual permite conocer la
realidad corpórea, cambiante y en constante redefinición. Nada más arisco que
capturar la realidad.
En el caso que nos atiende en el ámbito de la sociedad, la
utopía se asume como establecimiento de un conjunto de ideas y prácticas,
tendidas en proyectos de concreción real. La utopía, es la proyección, la
conquista de logros, metas para alcanzar determinados modos y presupuestos
sociales. La utopía antes que un fin es un proceso continuo de triunfos y
reveces.
Consideramos que, mientras haya explotación, desigualdad,
así como los elementos que atentan contra la especie humana y la naturaleza, es
posible y la alternativa es la revolución. La revolución como se ha dicho,
antes de ser el cenit de finitud, es permanente e infinita en construcción
contemporizada. Las utopías son ideas, criterios y prácticas, en este caso de prefiguración social, se
concibe como bastimento permanente, mientras haya seres humanos en la tierra
(por ahora) es viable una sociedad concurrente y alejada de la explotación, si
se quiere, la utopía nace desde el mismo momento en que las mujeres y hombres
se atreven a buscar explicaciones de las situaciones vivenciales, desde el
mismo instante en que los seres humanos se autoreconocen, allí subyace la
génesis de la utopía, pero además, en el presente es la acción y la expresión
vivencial, transgrede el presente y edifica el futuro en sociedad.
Los orígenes de la utopía sus se pierden en las brumas
recóndito del pasado. Los primeros referentes de la utopía lo encontramos en
sumeria en el “El poema de Gilgamesh” recogido de la tradición oral, posteriormente en la Grecia Antigua,
uno de los primeros representantes es Platón quien en su obra, La República,
confecciona una sociedad correspondiente a los sectores dominantes de entonces.
Posteriormente, se añaden los aportes de Tomas Moro con su propuesta de la Utopía,
la creación de una República en donde prevalezca lo afectivo, el arte, la
igualdad y la justicia; en este mismo orden y dirección, Tomás Campanella en la
Ciudad del Sol la sociedad sería producto de la intercepción de lo científico,
la educación y la cultura los cuales estarán en pro de la construcción de la
humanidad; en este orden de ideas se puede mencionar también a Francis Bacon
quien en su obra La Nueva Atlántida, establece el avance científico técnico
como el nidal para la edificación social.
Después de las consideraciones anteriores, en todo caso,
sostenemos, la sociedad a alcanzar se logra mediante acercamientos sucesivos
continuos, con rupturas, en permanente disensos y consensos, los derroteros
carecen de delimitaciones demarcadas perfectamente para la consecución de
una sociedad sin explotación, en todo
caso, el hándicap radica en superar los procesos de explotación y dominación
para con los sujetos. La utopía es en esencia optimismo para la convivencia
humanista; frente a la distopía o la antiutopía entiendo por ello, la
percepción negativa, en donde los humanos, no son más que feroces bestias de
carroña, autodestruyéndose, negadora de la posibilidad de una sociedad en donde
prevalezca la justicia y la igualdad.
Si bien es cierto, han existido escritores, filósofos,
poetas y más recientemente escritores latinoamericanos, entre ellos: Mario
Benedetti, Eduardo Galeano, Gerónimo
Suarez… los cuales defienden que la
utopía es la proyección de la vida, en todo caso, se plantea desde la existencia.
Así como también, lo señala mi amigo Ibn
Jaldum “la utopía es el sendero radiante por la justicia, mientras la sombra
refleja la injusticia”.
Tales coyunturas nos obligan a repensar la propuesta de la
utopía desde el punto de vista de América para el mundo, en ningún momento
pretende crear un orbe apartado o seccionado de la universalidad, de la
historia total, por el contario, admitimos que
desde diferentes espacios geográficos y culturales se construyen propuestas
viables en permanente perfección desde tiempos inmemoriales, como lo señalamos
anteriormente, se buscaron explicaciones espirituales, teológicas, filosóficas,
literarias y científicas por donde supuestamente transitaría la sociedad
humana. Un ejemplo de ello lo constituye las poblaciones aborígenes en América,
en la actualidad se destacan propuestas emergentes como es el caso de Bolivia,
en donde la población autóctona constituye el 62% de la población total; México
con una población nativa que representa el 25%, ubicada en Chiapas donde se
generan movimientos de descolonización. En los dos casos mencionados
anteriormente, la población autóctona posee una herencia cultural que cohabita
con el modo occidental. En algunos pueblos amerindios presume la utopía como el
regreso al pasado, teniendo en cuenta el sentido cíclico de la historia.
En todo caso, creemos, se debe partir de las situaciones
concretas, enmarcadas con el ámbito internacional, toda revolución es matizada
por el entorno global, es decir, la
coexistencia escenarios múltiples con epicentros diversos, por su parte, éstos
están condicionados por los tiempos históricos, que a su vez, motean la
participación de los sujetos sociales.
Admitir la historia como perfección continúa y presumir que los
seres humanos están en permanente superación sociocultural, no es más que una quimera, vivimos en la
vorágine de la deshumanización y la humanización. Ahora bien, la revolución es
factible en la medida en prevalezca la injusticia, de allí que, el capitalismo
como expresión socioeconómica constituye una estafa contra la humanidad. Es
pertinente reiterar, el capitalismo anida en sus entrañas su autodestrucción,
asumimos y proponemos como alternativa; el socialismo, un socialismo en
perpetuo remozamiento, no esclerótico,
en permanente construcción. La hegemonía descansará en la clase generadora de
riqueza. Por su parte, las vanguardias revolucionarias al superar el
voluntarismo y el dogmatismo, deben estar en sintonía con la realidad y
ubicarse en la avanzada de los movimientos.
Es en el ámbito económico donde emerge la esencia de la
explotación en las sociedades en este caso capitalistas, derruido éste se crean
nuevos escenarios de la sociedad futura, con condiciones de justicia. La talla
es la conjunción de surco convergentes y divergentes, para resaltar relieves,
pero teniendo como núcleo la supresión de la explotación.
Finalmente deseamos dejar constancia del uso de la
categoría Utopía, la utilizamos en función de cuatros escenarios: la primera,
la posibilidad de transformar la sociedad, superar o sustituir la sociedad
capitalista; prefigurar la nueva civilización, teniendo como foco la madre
tierra y los seres humanos, mediante la confluencia de la espiritualidad y el
avance científico técnico conjugados en favor de la humanidad; en segundo
lugar, admitir que la práctica y la teoría revolucionaria cruzan un avieso
sendero desde los orígenes de la civilización humana hasta la década de los
cuarenta del siglo XIX, acumulación de conocimientos y experiencias
constituidos en antecedentes pre-científicos de la transformación social revolucionaria;
en tercer lugar, la utopía como búsqueda y propuesta ante la realidad actual
venezolana, en la cual encontramos la coexistencia de diversos modos de
producción, alrededor de las dominantes relaciones de producción capitalistas.
Nuestro
objetivo es entonces observar, diagnosticar las relaciones de producción
heredadas y las emergentes, para vislumbrar y consolidar las vías para dar al
traste con el modo de producción hegemónico; antes que, proponernos incrementar
la productividad deberíamos socializar la propiedad de los medios de producción
para paralelamente aumentar la productividad. La planificación para lograr la
eficiencia y eficacia de los mismos, es indispensable; y en cuarto lugar, la
denominación de la red tiene por
fundamento la organización, la formación y la movilización, ya que, la
consolidación de la revolución venezolana traspasa el mero proceso de la productividad,
es ineludible el protagonismo, la
participación de los explotados y desasistidos. Marchar por los escenarios
cortos, medianos y largos plazo para transformarlos.
La revolución y la
conquista de una nueva sociedad, de una nueva civilización, de una nueva cultura, de una nueva humanidad, debe ser impulsada y liderada por las grandes mayorías, principales victimas del actual "orden" social, quienes, por otra parte, son aquellos que con su esfuerzo laboral producen la riqueza social. En otras palabras, los oprimidos de hoy, quienes serán, por ello mismo, los principales beneficiarios de la procurada liberación humana. En síntesis, la
utopía real perpetúa: el humanismo.
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