Venezuela: Diagnóstico de la crisis Nº 6: El país que hemos tenido y sus revoluciones. Tercera parte.
En un cuarto momento, a Castro le toca enfrentarse al
capital extranjero de origen norteamericano. Los inversionistas que explotan el
asfalto descubierto y extraído de un gran yacimiento ubicado en el oriente de
Venezuela, quienes se enfrentan a Castro con el apoyo del Departamento de
Estado de los EEUU. La actitud nacionalista de Castro, de enfrentarse tanto al
capital europeo como al norteamericano, lo convierte en objetivo de la
implacable satanización de los medios de comunicación capitalistas de ambos
lados del océano Atlántico y posteriormente de la conspiración y persecución
del imperialismo norteamericano. Finalmente
logran sacarlo del poder mediante la conspiración imperial favorecida por
la traición de su correligionario y compadre Juan Vicente Gómez, después de lo
cual es perseguirlo en todo el mundo para impedir su regreso a Venezuela. Este
triunfo de la contrarrevolución pro-imperialista que le abre paso a la
terrorífica dictadura de Gómez respaldada por EEUU, también se explica por las
condiciones económicas y sociales de carácter estructural que hemos señalado,
alentadas por circunstancias nuevas, como el interés del capital petrolero
norteamericano en las grandes reservas petroleras descubiertas en Venezuela y
que los norteamericanos pretendían apropiarse compitiendo con el capital
petrolero británico.
En un cuarto momento, a Castro le toca enfrentarse al
capital extranjero de origen norteamericano. Los inversionistas que explotan el
asfalto descubierto y extraído de un gran yacimiento ubicado en el oriente de
Venezuela, quienes se enfrentan a Castro con el apoyo del Departamento de
Estado de los EEUU. La actitud nacionalista de Castro, de enfrentarse tanto al
capital europeo como al norteamericano, lo convierte en objetivo de la
implacable satanización de los medios de comunicación capitalistas de ambos
lados del océano Atlántico y posteriormente de la conspiración y persecución
del imperialismo norteamericano. Finalmente
logran sacarlo del poder mediante la conspiración imperial favorecida por
la traición de su correligionario y compadre Juan Vicente Gómez, después de lo
cual es perseguirlo en todo el mundo para impedir su regreso a Venezuela. Este
triunfo de la contrarrevolución pro-imperialista que le abre paso a la
terrorífica dictadura de Gómez respaldada por EEUU, también se explica por las
condiciones económicas y sociales de carácter estructural que hemos señalado,
alentadas por circunstancias nuevas, como el interés del capital petrolero
norteamericano en las grandes reservas petroleras descubiertas en Venezuela y
que los norteamericanos pretendían apropiarse compitiendo con el capital
petrolero británico.
La incubación de una nueva revolución comienza casi
inmediatamente de instaurada la tiranía de Juan Vicente Gómez. Ya para 1914
despunta la resistencia iniciada por estudiantes e intelectuales venezolanos en procurada y prematura alianza
con un emergente, aunque débil, proletariado urbano. Las nuevas clases sociales
oprimidas, la pequeña burguesía urbana se unen y se rebelan contra la
dictadura. Expresión de esta resistencia es la insurgencia de los estudiantes
universitarios de 1928 y luego de la muerte del anciano dictador en diciembre
de 1935, se produce la insurgencia de todo el pueblo en 1936. En estas luchas
urbanas se va incubando un descontento y una toma de conciencia que aflorará en el cuarto intento de modernización (1945) conocido como la
Revolución de Octubre, liderada por Rómulo Betancourt y asumida por su
partido Acción Democrática. Betancourt y AD prometen impulsar una revolución
democrática anti-imperialista y anti-feudal apoyada por el campesinado, por el
proletariado petrolero, por los trabajadores asalariados del campo y de la
ciudad y por la pequeña burguesía urbana y rural. Este cuarto intento de
modernización es derrotado por una contrarrevolución en forma de golpe militar
anticomunista y pro-imperialista, promovido y apoyado por la oligarquía
parasitaria subordinada al capital monopolista extranjero, una conspiración
apoyada por el Departamento de Estado de los EEUU.
Luego de diez años de dictadura, Betancourt y su partido AD
regresan al poder, pero no para dar continuidad a la revolución interrumpida en
1948 por el golpe de estado contra el presidente Rómulo Gallegos, sino para dar
continuidad a la contrarrevolución anti-comunista y pro-imperialista, y, para
impedir o evitar que la nueva generación de revolucionarios surgida el 23 de
enero de 1958 pueda llegar al poder e impulsar un nuevo intento de revolución o
modernización. Betancourt y su partido se hacen anti-comunistas y
contra-revolucionarios, asumiendo
posiciones de derecha y ultra-derecha. Nos preguntamos entonces ¿Por qué
fracasa también el cuarto intento de revolución o modernización impulsado por
Acción Democrática a partir de 1945?, ¿por qué no llegaron al poder sus
dirigentes o por qué murió en la cuna la rebelión popular que dio al traste con
la dictadura de Pérez Jiménez en 1958 y
que tuvo su continuidad en la lucha armada de los años 60 y 70? Respondemos: Entre otras causas, la
frustración ocurre dados los rasgos económicos y sociales de carácter
estructural que prevalecieron durante los siglos XIX y XX y que prevalecen
todavía hoy en Venezuela y América Latina.
Contra la Revolución de Octubre se levanta, casi de manera
inmediata una fuerza integrada por oligarcas terratenientes y latifundistas;
por la naciente burguesía comercial importadora; por el capital financiero
venezolano surgido bajo la protección del Estado oligárquico; por la Iglesia
Católica, los partidos de derecha y ultraderecha, apoyadas, todas esas fuerzas,
por el imperialismo norteamericano. Al igual que los rasgos prematuramente
imperantes en Cubagua, durante la llamada Cuarta República surgida de aquella
contrarrevolución, prevalecen como características la mono-producción y la mono
exportación; el fácil y rápido
enriquecimiento de unos pocos; la súper
explotación y el empobrecimiento de las clases trabajadoras; la
deformación, perversión, debilidad o contracción del mercado interno; la fuga masiva del excedente. Todo
ello coexiste con nuevas formas de dependencia como la científico-tecnológica,
la industrial y comercial y con la abierta injerencia del capital
norteamericano descaradamente apoyada por el Departamento de Estado de EEUU.
Venezuela es para entonces un país cuyas posibilidades de desarrollo económico
y social independiente, estaban mediatizadas por una relación de subordinación
a poderes fácticos, internos y externos. Seguimos siendo un país sin
burguesía, dominado por esa oligarquía
parasitaria estrechamente aliada al capital extranjero.
Una oligarquía que ha parasitado
los ingresos fiscales mediante la corrupción, el enriquecimiento ilícito, el
nepotismo, la complicidad, la impunidad. Un país cuya economía ha dependido en
gran medida del Estado; un país importador de: materias primas, herramientas,
maquinarias; tecnología; bienes de consumo final, sofisticados o de lujo;
automóviles, aparatos de comunicación o de
uso doméstico; equipos médicos y medicinas, alimentos. Un país
dependiente, para muchos efectos, de inversiones extranjeras. Un país sin
tradición de producción agrícola ni industrial, de muy lento incremento de la
productividad, con una larga tradición
populista, clientelista, electoralista; un país de reiterado parasitismo
estatal, con una cultura de corrupción, de concusión, de complicidad; un país que ha merecido el título de
“sociedad de cómplices”, dados los altos niveles de impunidad, de soborno
policial y militar, de venalidad judicial; un país de mafias y de delincuencia
organizada vinculadas históricamente a un Estado casi siempre rentista. Ese es
el país que heredamos del siglo XX venezolano. Ese fue el legado de la Cuarta
República y del bipartidismo imperante en ella. Superar las características de
dependencia, subordinación, atraso, súper-explotación y corrupción, es el reto
que se planteó desde un primer momento la revolución bolivariana, protagonista
del quinto intento de modernización.
Las preguntas para concluir
serían entonces: ¿Ha logrado la revolución bolivariana una transformación
social y económica orientada a superar estas deficiencias, debilidades y
vulnerabilidades que constituyen rasgos característicos, tanto de nuestro
pasado colonial y republicano, como de nuestro deprimente y angustioso
presente? ¿Por qué el chavismo, después de dieciocho años de existencia, no ha
podido superar los retos que se planteó como objetivos fundamentales al inicio
de la llamada revolución bolivariana? ¿Por qué se encuentra atrapado el proceso
en una crisis de máxima gravedad? Una
crisis que abarca lo económico, lo político, lo social, lo cultural, lo ético,
lo moral y lo espiritual. ¿Por qué, después
de casi veinte años de revolución, estamos
atrapados en una crisis económica de gran magnitud e inmersos en una
espiral híper-inflacionaria que asfixia nuestro aparato productivo? ¿En este
momento existe el riesgo de que una
contrarrevolución de derecha aplaste este nuevo intento de modernización? Para
continuar el balance iniciado y completar el diagnóstico que requerimos,
debemos responder, lo más seria y rigurosamente posible, éstas y otras
interrogantes. En principio reiteramos nuestra afirmación de que el
entrampamiento en que se haya atascado el país encuentra entre sus causas el
conjunto de debilidades, desventajas y vulnerabilidades que hemos incluido como
rasgos comunes de toda nuestra historia nacional.
Este análisis continúa en nuestra siguiente entrega
titulada: Venezuela: Diagnóstico de la crisis Nº 7: El modelo de revolución
chavista y la crisis.
http://josemanuelhermoso.blogspot.com/2018/08/modelo-de-revolucion-chavista-crisis-n-7.html
http://josemanuelhermoso.blogspot.com/2018/08/modelo-de-revolucion-chavista-crisis-n-7.html
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