Habíamos comenzado este ensayo de diagnóstico de la crisis
que padece nuestro país, con un análisis de la coyuntura que se abrió en
Venezuela a partir de las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018. Sin
embargo, nos vemos ahora obligados a reiniciar nuestro diagnóstico, incluyendo
en primer lugar, un análisis de la nueva
coyuntura política que se abre a partir del intento de magnicidio múltiple calificado en grado de frustración, cometido por una banda terrorista el
día 4 de agosto. En efecto, el intento fallido de asesinar al presidente
Nicolás Maduro y a las más altas Autoridades del Estado, cambia radicalmente, a
favor del gobierno bolivariano, el cuadro político preexistente. Nadie puede
negar que lo ocurrido ha creado en el país una situación política nueva y una
correlación de fuerzas sociales, políticas y militares, totalmente diferente a
las anteriores.
Es evidente que desde que la oposición venezolana obtuvo el contundente triunfo electoral en diciembre del año 2015, el gobierno bolivariano ha venido logrando continuados triunfos políticos, que han aniquilado políticamente a la ultraderecha venezolana, la cual ha ido de derrota en derrota durante los últimos treinta y dos meses. En efecto todas sus estrategias de sabotaje, desestabilización y derrocamiento, adelantadas durante el año 2016, fracasaron estrepitosamente. Por su parte, el gobierno se ha ido fortaleciendo mediante una cadena de triunfos que comenzaron con la derrota de la violencia golpista desatada durante el primer semestre del pasado año, lograda mediante la elección de la Asamblea Nacional Constituyente del 15 julio (2017); seguida de la derrota sufrida en las elecciones de gobernadores de diciembre (2017); y, finalmente, las elecciones a la Presidencia de la República del 20 de mayo (2018). A todas esas derrotas hay que agregar el fallido intento de magnicidio perpetrado el sábado 4 de agosto (2018).
Es evidente que desde que la oposición venezolana obtuvo el contundente triunfo electoral en diciembre del año 2015, el gobierno bolivariano ha venido logrando continuados triunfos políticos, que han aniquilado políticamente a la ultraderecha venezolana, la cual ha ido de derrota en derrota durante los últimos treinta y dos meses. En efecto todas sus estrategias de sabotaje, desestabilización y derrocamiento, adelantadas durante el año 2016, fracasaron estrepitosamente. Por su parte, el gobierno se ha ido fortaleciendo mediante una cadena de triunfos que comenzaron con la derrota de la violencia golpista desatada durante el primer semestre del pasado año, lograda mediante la elección de la Asamblea Nacional Constituyente del 15 julio (2017); seguida de la derrota sufrida en las elecciones de gobernadores de diciembre (2017); y, finalmente, las elecciones a la Presidencia de la República del 20 de mayo (2018). A todas esas derrotas hay que agregar el fallido intento de magnicidio perpetrado el sábado 4 de agosto (2018).
En verdad, sólo han venido teniendo un indiscutible éxito en
la estrategia de guerra económica. Venezuela ha venido siendo víctima de una
verdadera devastación, de la cual, la punta de lanza ha venido siendo Colombia,
el peón más importante de la estrategia de destrucción, invasión y dominio de
Venezuela. Para ello, el vecino país ha contado con el perverso e
imprescindible aporte del paramilitarismo, del narcotráfico y de las mafias
civiles y militares que, a ambos lados de la frontera, han ejecutado día a día
el plan de saqueo y devastación de Venezuela. Los colombianos, como pueblo y como gobierno, han venido beneficiándose
en gran medida, a costa del empobrecimiento de Venezuela. La economía de
nuestro país ha venido subsidiando ampliamente a la economía de Colombia, todo
ello con el apoyo directo e indirecto de la oligarquía de ese país, la cual no
se conforma con esquilmar a sus propios ciudadanos, sino que tiene los ojos
puestos en el territorio y en las riquezas naturales de nuestra patria. Los
ojos puestos y las manos listas, y, apoyados para ello por su amo mayor, el
imperialismo norteamericano, verdadero beneficiario del plan de invasión,
apoderamiento, desmembración y reparto de Venezuela.
Volviendo sobre el magnicidio frustrado, y, para considerar
el alcance de este nuevo triunfo gubernamental, debemos hacer un esfuerzo por
figurarnos cuáles hubiesen sido las consecuencias para el país, de haber
resultado exitoso el fulminante golpe de esa conspiración internacional.
Comenzamos por explicarnos el por qué, desde EEUU y Colombia, al menos con el
conocimiento previo de los gobernantes de esos países (y con el apoyo explícito
y descarado, en el caso del ex-Presidente Juan Manuel Santos), se preparó un crimen de la magnitud y la gravedad del ejecutado. Por las
razones ya expuestas, tanto para el gobierno de Colombia, como para la
oligarquía dominante en ese país, Venezuela y su gobierno constituyen un
objetivo estratégico de carácter militar, político y económico de primer orden.
Igualmente lo es, por otras razones, para el gobierno de EEUU. Es por ello que,
desde esos dos países se ha desatado una implacable y persistente guerra que va
desde lo económico a lo militar, pasando por lo político y lo diplomático. Se
trata, como hemos dicho, de una agresión destinada a apoderarse de Venezuela y
desmembrarla.
Como ha quedado evidenciado, el atentado de magnicidio
múltiple no puede concebirse como un golpe aislado. Hubiese resultado
sorpresivo sólo para el gobierno y el pueblo venezolano, pero no puede
concebirse que ese golpe no estuviese acompañado de otros pasos encaminados a
lograr los objetivos de dominación que se ha trazado el imperialismo
norteamericano con la connivencia de la oligarquía colombiana, actuando ambos en contubernio con la
oligarquía venezolana. No es difícil imaginar cuál hubiese sido la
situación de colapso en qué hubiese quedado Venezuela y su pueblo, después del
fulminante descabezamiento que se proponían los planificadores del horrendo
crimen. Un golpe de esta magnitud, que no tiene precedente en la historia del
mundo, muy probablemente, dada la confusión y la conmoción provocada, hubiese
desatado una catástrofe política y militar que habría dejado al país, en manos
de ellos, y en una total indefensión.
En el futuro, cuando el paso del tiempo contribuya al
enfriamiento de las pasiones actuales y el peso de los poderosos intereses
implicados haya desaparecido, podrá evaluarse en toda su magnitud la
importancia histórica y social de lo que ha significado para Venezuela el hecho
de que los planes criminales contra el país hayan quedado en el fracaso. En
efecto si se hubiese logrado consumar el descabezamiento del Estado venezolano,
nuestro país -destruido, desmembrado y repartido- hubiese quedado en una situación de anarquía y
destrucción similar a la Libia, o se hubiese convertido en la Palestina
de América, asediada y en peligro de exterminio, militarmente en manos del
paramilitarismo colombiano, una fuerza armada mercenaria, terrorista y
terrorífica, más criminal, cruel y sanguinaria que las huestes del llamado “Estado
Islámico”, el cual aterroriza a los países donde ha venido perpetrando sus
horrendos crímenes. En ese futuro que de esta manera prefiguro, los venezolanos
conmemoraremos el 4 de agosto de 2018, como una fecha patria, como el día en que
Venezuela volvió a nacer, al salvarse de su muy bien planeada destrucción.
Afortunadamente la implacable y persistente ofensiva de la
derecha venezolana, latinoamericana y mundial, actuando en estrecha alianza con
el imperialismo norteamericano, no las ha tenido todas consigo. Por el
contrario, lo que se observa es el continuado y estruendoso fracaso de todos
sus esfuerzos conspirativos desestabilizadores. Como si fuese poco, a ello hay
que agregar que, el plan económico que prepara el gobierno venezolano tiene preocupado al gobierno norteamericano
y aterrorizada a la oligarquía
colombiana, pues, las medidas económicas que ha anunciado el gobierno de
Nicolás Maduro, podrían significar, de tener el éxito esperado, el que el vecino país pierda toda una situación
de bonanza económica artificial subsidiada por el continuado saqueo de la
economía venezolana realizado desde allá, a través de la frontera. También
atenta este plan del gobierno de Maduro contra el dominio que, a través del
poder de la divisa norteamericana y su perversa manipulación, se ha ejercido
sobre la economía venezolana, pues la relación bolívar-dólar podría alterarse
favorablemente a la moneda venezolana.
Por todo ello es perfectamente explicable la desesperación
que ha les ha llevado a planificar el fracasado atentado terrorista, un fracaso
que se vuelve totalmente en contra de sus planificadores y abiertamente
favorable al gobierno de Maduro, ya que, por una parte ha dejado al descubierto
los criminales planes de destrucción, desmembramiento, ocupación y reparto del
territorio de Venezuela y sus riquezas, y que, por otra parte, fortalece al gobierno bolivariano, tanto
interna como internacionalmente. Internamente porque acorrala a la ya
debilitada y dividida oposición venezolana y, además, ha provocado una poderosa
movilización popular de respaldo al presidente Maduro y a la Revolución
Bolivariana, así como múltiples expresiones de solidaridad internacional y de
condena al criminal acto terrorista. El atentado, a la manera de un bumerán, ha
operado totalmente en contra de sus organizadores y en favor de quienes iban a
ser sus víctimas.
La nueva situación creada a partir del fallido intento de
magnicidio cambia de manera
significativa la correlación de fuerzas políticas, sociales y militares al
interior de Venezuela y coloca al país en una nueva posición política
internacional. Políticamente constituye un golpe de gracia que termina de
debilitar y desmoralizar a la ya casi inexistente oposición venezolana. Valga
como ejemplo la situación del opositor que ha venido solicitando la
intervención militar extranjera de su propio país y quien, ante la opinión
pública nacional e internacional se
presenta como un cruzado de la
libertad que lucha por salvar a Venezuela de “las garras de una terrible dictadura”,
pues queda convertido ahora en un delincuente internacional cuya captura es
legalmente solicitada por la Interpol a través del llamado Código Rojo. En
efecto, totalmente desenmascarado y desprestigiado ha quedado Julio Borges,
ex-diputado opositor, ahora prófugo de la justicia de su país, solicitado por
la Justicia Venezolana como terrorista incurso en varios graves delitos,
acusado nada menos que por su propio cómplice, el también exdiputado opositor
involucrado como Borges en la conspiración terrorista.
Por otra parte, este atentado terrorista, enfilado no solo
contra el Presidente de la República, sino también contra las más Altas
Autoridades del Estado venezolano, (y ejecutado en un acto militar en presencia
del estado mayor general de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana),
constituye, sin duda alguna, una tremenda sacudida al instinto de conservación
de todos los componentes de las Fuerzas Armadas del país y una clarinada de
alerta que aúpa y consolida el espíritu
de cuerpo de la institución castrense venezolana, todo lo cual contribuye a
fortalecer la alianza cívico-militar (pueblo-fuerza armada) para la estabilidad
y la defensa de la democracia, así como para la consolidación de la paz y la soberanía de Venezuela, y, como
consecuencia de ello, fortalece la estabilidad del gobierno bolivariano, que
luce ahora en mejores condiciones y con mayor respaldo para afrontar el difícil
reto que tiene planteado al proponerse poner en marcha el 20 de agosto, un
audaz y ambicioso plan de recuperación económica de la República.
En nuestra segunda entrega incluiremos el mencionado
análisis de la situación política que se abrió en el país a partir de las
elecciones presidenciales del 20 de mayo, un análisis que titularemos: Venezuela:
Diagnóstico de la crisis Nº 2: Situación a partir del 20 de mayo de 2018, una situación que, como
ha quedado dicho, resulta ahora mucho más favorable que la preexistente.
http://josemanuelhermoso.blogspot.com/2018/08/venezuela-diagnostico-de-la-crisis-n-2.html
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