Parte II (viene de: Diagnóstico de la crisis Nº 8)
Por todo ello, podemos concluir en que el control de cambio ha sido una medida de política económica que no solo ha resultado contraproducente respecto a los fines para los cuales fue diseñada, sino que ha generado gran parte de los más graves problemas que integran la crisis de gran magnitud en la que estamos atrapados como país, como Estado, como gobierno y como pueblo. Ha fomentado la corrupción, ha terminado trastocando la estructura de precios del país y ha hecho posible que una página web en manos de los adversarios más feroces del gobierno aparezca determinando los precios y dominando, para nuestro perjuicio, la economía venezolana. Por ello hemos quedado como país, desde el punto de vista económico, en manos de dos oligarquías (la colombiana y la venezolana) rabiosamente enemigas del país, de su pueblo y de su gobierno. También nuestra economía ha estado, también en gran medida, intervenida o influida por un gobierno extranjero, declarado enemigo de nuestro país y su economía, la cual ha tratado de esquilmar, destruir, devastar, saquear y desangrar.
Podemos por todo lo dicho concluir en que los neoliberales, propulsores del capitalismo salvaje y criminal, tienen razón en algo: en su afirmación de que en economía los controles fiscales y administrativos son impotentes y contraproducentes. En efecto, lejos de contrarrestar los abusos especulativos de las oligarquías, de la burguesía parasitaria y de los comerciantes inescrupulosos, los controles resultan impotentes y contraproducentes pues fomentan la corrupción y la ineficiencia y en el caso del control de precios, favorece una liberación de precios de hecho, impuesta por los poderes fácticos, no planificada ni decretada y por lo tanto más irracional y perversa. Una liberación de precios súper-inflacionaria a la manera de un círculo vicioso en espiral. Las respuestas de los poderosos supuestamente afectados por el control de cambio y por el control de precios, son delincuenciales y corruptoras, pues se basan en el dominante afán de lucro, y, a la larga, terminan siendo ampliamente beneficiados por estas políticas, pues logran, mediante lo que hemos llamado canibalismo económico o perversión del mercado interno, desnaturalizar y revertir en su favor las políticas sociales, haciendo un grave daño a la economía y deteriorando en gran medida los valores morales y espirituales del venezolano, así como su innata tendencia a la solidaridad y a la justicia social. Y así, mediante el fomento de esos antivalores burgueses, resulta imposible avanzar hacia una sociedad más justa, igualitaria y racional. Nos engañamos cunado creemos que estamos avanzando hacia la “construcción del socialismo”.
Por todo ello, podemos concluir en que el control de cambio ha sido una medida de política económica que no solo ha resultado contraproducente respecto a los fines para los cuales fue diseñada, sino que ha generado gran parte de los más graves problemas que integran la crisis de gran magnitud en la que estamos atrapados como país, como Estado, como gobierno y como pueblo. Ha fomentado la corrupción, ha terminado trastocando la estructura de precios del país y ha hecho posible que una página web en manos de los adversarios más feroces del gobierno aparezca determinando los precios y dominando, para nuestro perjuicio, la economía venezolana. Por ello hemos quedado como país, desde el punto de vista económico, en manos de dos oligarquías (la colombiana y la venezolana) rabiosamente enemigas del país, de su pueblo y de su gobierno. También nuestra economía ha estado, también en gran medida, intervenida o influida por un gobierno extranjero, declarado enemigo de nuestro país y su economía, la cual ha tratado de esquilmar, destruir, devastar, saquear y desangrar.
Podemos por todo lo dicho concluir en que los neoliberales, propulsores del capitalismo salvaje y criminal, tienen razón en algo: en su afirmación de que en economía los controles fiscales y administrativos son impotentes y contraproducentes. En efecto, lejos de contrarrestar los abusos especulativos de las oligarquías, de la burguesía parasitaria y de los comerciantes inescrupulosos, los controles resultan impotentes y contraproducentes pues fomentan la corrupción y la ineficiencia y en el caso del control de precios, favorece una liberación de precios de hecho, impuesta por los poderes fácticos, no planificada ni decretada y por lo tanto más irracional y perversa. Una liberación de precios súper-inflacionaria a la manera de un círculo vicioso en espiral. Las respuestas de los poderosos supuestamente afectados por el control de cambio y por el control de precios, son delincuenciales y corruptoras, pues se basan en el dominante afán de lucro, y, a la larga, terminan siendo ampliamente beneficiados por estas políticas, pues logran, mediante lo que hemos llamado canibalismo económico o perversión del mercado interno, desnaturalizar y revertir en su favor las políticas sociales, haciendo un grave daño a la economía y deteriorando en gran medida los valores morales y espirituales del venezolano, así como su innata tendencia a la solidaridad y a la justicia social. Y así, mediante el fomento de esos antivalores burgueses, resulta imposible avanzar hacia una sociedad más justa, igualitaria y racional. Nos engañamos cunado creemos que estamos avanzando hacia la “construcción del socialismo”.
Por todo lo expuesto, podemos afirmar que los neoliberales,
propulsores del capitalismo salvaje y criminal, tienen algo de razón cuando
afirman que los controles estatales traen corrupción. En efecto, es cierto que
en una economía basada en el interés individual y no en el interés colectivo,
vale decir, en un sistema económico basado en el afán de lucro y la voracidad
acumulativa, los controles fiscales y administrativos orientados a defender los
intereses colectivos frente a los intereses individuales, resultan impotentes y
casi siempre contraproducentes. En nuestro caso, lejos de contrarrestar los abusos especulativos de la burguesía
parasitaria y de los comerciantes inescrupulosos, los controles intentados
por la revolución bolivariana, han tenido un efecto opuesto al procurado y, lo
que han logrado, por ejemplo, en el caso del control de cambios, es fomentar la
corrupción, la ineficiencia y la devaluación y, en el caso del control de
precios, el mismo ha favorecido una
liberación de precios de hecho, impuesta por los poderes fácticos, no
planificada ni decretada y por lo tanto más irracional y perversa. Una
liberación de precios súper-inflacionaria que asciende a la manera de un
círculo vicioso en espiral.
Las respuestas de los poderosos, supuestamente afectados por
el control de cambio y por el control de precios, como hemos visto, han sido
delincuenciales y corruptoras, y tienen sin embargo una fuerza inusitada pues
se conectan y se refuerzan con el afán de lucro dominante en la sociedad
capitalista, y, a la larga, los más poderosos terminan siendo ampliamente
beneficiados por estas políticas, ya que logran, mediante lo que hemos llamado
canibalismo económico desnaturalizar y
revertir en su favor las políticas sociales y de inclusión, haciendo con
ello un grave daño a la economía y, de paso, deteriorando y pervirtiendo en
gran medida los valores morales y espirituales del venezolano, así como su
innata tendencia a la solidaridad y a la justicia social. Y así, hay que
decirlo, mediante el fomento de esos antivalores burgueses, resulta imposible
avanzar hacia una sociedad más justa, igualitaria y racional. Por ello podemos
afirmar que nos engañamos cuando creemos que estamos avanzando hacia la
“construcción del socialismo”.
En segundo lugar, debemos analizar los efectos negativos, a
ratos perversos, de la política de subsidio a los alimentos y medicinas. Al
respecto, comenzaremos recordando que tanto las empresas productoras de
alimentos como las de la industria farmacéutica (muchas de ellas grandes
transnacionales), así como las empresas encargadas de la distribución de
alimentos y medicinas, también han sido favorecidas por la política cambiaria
mediante la entrega de dólares vendidos a bajo precio, divisas supuestamente
destinadas a la importación de insumos, equipos o productos finales, pues esa
ventaja, no ha sido respondida con una producción o distribución favorable al
Veamos ahora qué ha ocurrido respecto al subsidio a la gasolina para
automóviles, vendida a un precio oficial que la ha convertido en la gasolina
más barata del mundo y que, ha terminado finalmente convirtiendo su precio en
algo irrisorio, simbólico, pues la gasolina ha sido, dicho de manera literal,
un combustible regalado a los usuarios, pues el gobierno,
inexplicablemente, se ha negado, no digamos a subir el precio del estratégico y
muy preciado energético, sino que, incluso, se ha negado siquiera a actualizar
su precio adecuándolo racionalmente a la estructura de precios imperante, y
ello, no obstante haber hecho una costosa campaña en la cual se comparaba el precio de la gasolina con
el de un caramelo. Una campaña innecesaria pues los venezolanos estábamos
convencidos de la necesidad de aumentar su precio. Después, el gobierno, sin
explicar su absurda indecisión, mantuvo los precios tan bajos que, dado el
inmenso diferencial de precio, terminaron siendo irracionales, provocando y
favoreciendo el contrabando de extracción y estimulando el delito organizado y
la corrupción de los funcionarios encargados de controlar o impedir la
avalancha de gasolina contrabandeada hacia los países fronterizos.
La política de gasolina regalada terminó subsidiando a Colombia
y a su gobierno, acérrimo enemigo de Venezuela, subsidiando también a las
mafias colombo-venezolanas vinculadas a la delincuencia organizada de ambos
países, y, en fin, estimulando el delito; impulsando la corrupción y
favoreciendo y fortaleciendo ampliamente el paramilitarismo y el narcotráfico,
puntas de lanza del ataque a Venezuela y a su gobierno. El Presidente nunca
explicó las razones que tuvo para continuar regalando la gasolina. Lo que ocurrió con la gasolina, al
dispararse la espiral hiperinflacionaria y avanzar la pulverización del valor de nuestro signo monetario, extendió el
problema del contrabando de extracción hacia otros productos cuyos precios
resultaban también devaluados, es decir, abaratados respecto a los precios
internacionales. Así que, productos como los metales preciosos, los diamantes y
otros minerales muy demandados en el mercado mundial se convirtieron en
valores-mercancías para el rápido enriquecimiento y la depredación vía
contrabando de extracción, lo que ha provocado una fuerte tendencia al saqueo
de las riquezas de Venezuela, una verdadera devastación, un desmantelamiento
del país.
En segundo lugar, debemos analizar los efectos negativos, a
ratos perversos, de la política de subsidio a los alimentos y medicinas. Al respecto,
comenzaremos recordando que tanto las empresas productoras de alimentos como
las de la industria farmacéutica (muchas de ellas grandes transnacionales), así
como las empresas encargadas de la distribución de alimentos y medicinas,
también han sido favorecidas por la política cambiaria mediante la entrega de
dólares vendidos a bajo precio, divisas supuestamente destinadas a la
importación de insumos, equipos o productos finales, pues esa ventaja, no ha
sido respondida con una producción o distribución favorable al pueblo, pues no se ha reflejado ni en precios justos ni
en abastecimiento seguro y oportuno, sino que, por el contrario, estas
medidas se ha traducido en desabastecimiento y sobreprecios, en desviación y
acaparamiento, en “bachaqueo”, escasez, inflación y contrabando de extracción
de los alimentos y medicinas, rubros que desaparecen de los mercados regulares
y regulados, para aparecer subrepticiamente en los mercados paralelos, a muy
elevados precios. Todo lo cual ha estado acompañado por la proliferación de
delitos contra el interés de la Nación y del pueblo. Algo similar ha ocurrido
con otros subsidios destinados a impedir el abrupto incremento de los precios,
lo cual ha tenido igualmente resultados adversos. En fin, han terminado siendo
políticas en gran medida contraproducentes.
Las
desventajas, vulnerabilidades y perversiones que se derivan de los mencionados
subsidios se extienden por razones similares hacia otros productos y servicios
como el transporte público (en el caso -por ejemplo- del metro de Caracas). Otro ejemplo muy
evidente, las tarifas del servicio telefónico. Nos queda por fuera, pendiente
de analizar, la política laboral y los supuestos o reales aumentos de salarios.
Este análisis continúa en nuestra próxima entrega que titularemos:
“Venezuela: Diagnóstico de la crisis Nº 10: Política económica favorable a la
guerra económica.” Parte III
http://josemanuelhermoso.blogspot.com/2018/08/venezuela-diagnostico-de-la-crisis.html
http://josemanuelhermoso.blogspot.com/2018/08/venezuela-diagnostico-de-la-crisis.html
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