Debemos comenzar preguntándonos: ¿Se ha hecho realmente una revolución en Venezuela? ¿Por qué el chavismo, después de casi dos décadas, no ha podido superar el reto de sustituir el capitalismo o avanzar hacia la construcción de una nueva sociedad? ¿Cuáles son los fundamentos teóricos de este proceso de cambio? ¿Cuál es su programa y su estrategia para avanzar hacia el socialismo? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades? ¿Por qué esta revolución no ha logrado superar los señalados rasgos característicos de nuestro pasado, tanto colonial como republicano? ¿Por qué se encuentra atrapada en una crisis de gran magnitud? ¿Por qué en vez de avanzar hacia una línea de no retorno en su proceso de transformación social, se encuentra hoy viviendo un retroceso respecto los avances sociales adelantados durante los primeros años? ¿Se debe acaso al hecho de que Maduro no ha sido capaz de continuar la obra de Chávez o de que la haya traicionado o el problema se explica por la inviabilidad del proyecto? ¿Ser trata acaso del agotamiento de este modelo de transformación?
Como punto de partida, comenzaremos por establecer algunas
consideraciones teóricas o criterios metodológicos fundamentales: En primer
lugar, consideramos que para comprender lo que ocurre en Venezuela y para
desentrañar las causas de la crisis que sufre el país, es necesario
considerarla y analizarla como consecuencias, manifestaciones o expresiones de la lucha de clases, dinámica social
fundamental de toda sociedad opresiva.
En segundo lugar, consideramos que la crisis que vive nuestro país, es
la forma que adopta la crisis del capitalismo mundial en un país rentista
petrolero dirigido por un gobierno que se auto define como socialista y
anti-imperialista. En otras palabras, que no se trata de la crisis de un
inexistente socialismo, pues en
Venezuela lo que impera no es para nada socialismo, sino capitalismo puro y
duro.
Por ello, podemos concluir que en el país no ha habido una
revolución. No se ha modificado la estructura económica y social imperante
antes de la llegada del chavismo al gobierno; tampoco la naturaleza del Estado,
que sigue siendo capitalista. Lo que ha habido es una revolución
político-constitucional de rasgos anti-imperialistas, pero no anticapitalistas.
Es cierto que su proyecto de revolución ha sido definido por sus promotores
como socialista, siendo[JM1]
el modelo de revolución: el “Socialismo
del Siglo XXI”. Sin entrar a discutir los fundamentos estratégicos de ese
proyecto de transformación; veamos en qué ha consistido hasta ahora, su praxis
política. Resulta evidente que el gobierno se ha propuesto como objetivo
prioritario la justa distribución de la riqueza a través del reparto
presupuestario de la renta petrolera, es decir, mediante políticas sociales y de
inclusión, basadas en los réditos derivados de este recurso natural.
Políticas de protección social y de inclusión que han sido
desarrolladas a través del gasto público o inversión social, en salud,
educación, vivienda, deportes, cultura, comunicaciones, desarrollo o
financiamiento de la economía popular (créditos blandos) subsidios a la
gasolina, el gas doméstico, la electricidad, en aumentos de salarios y bonos de
protección social, en becas y otros beneficios estudiantiles. Entre otros
aspectos claves de la política económica del chavismo habría que incluir: el
incremento de la inversión en empresas públicas; la ampliación o creación de nuevas empresas bajo el control del Estado;
la nacionalización de empresas privadas y la creación y administración directa
de Misiones y Grandes Misiones. Además de todo ello, debe destacarse la
política de controles económicos de la actividad privada, tales como el control
de cambios y el control de precios; la importación de tecnología, de maquinaria o bienes de uso doméstico (línea
blanca); el subsidio de importaciones de
interés público o social, así como la importación o subsidio de alimentos, medicinas,
equipos médicos y otros rubros similares.
Para entender lo que ha ocurrido como consecuencia del desarrollo de esta estrategia de transformación social, es necesario recordar que se intenta en un país donde impera, moldeando la conducta social de individuos y de grupos, el afán de lucro y la voracidad acumulativa propias de un régimen de producción social capitalista. Ello ocurre en un país rentista petrolero en el cual persisten relaciones de atraso y dependencia y cuyos rasgos fundamentales que, como se ha dicho, se vienen arrastrando desde los de tiempos en que éramos una colonia del imperio Español. Un país en el cual no existe una burguesía nacional, sino una oligarquía parasitaria que ha dependido de los ingresos del Estado para colmar su insaciable afán de enriquecimiento. Una oligarquía que no iba a resignarse a dejar de percibir y acumular “la parte del león” de la renta petrolera, como pudo hacerlo desde que se inició la explotación comercial del petróleo a principios del siglo XX.
Una oligarquía estrechamente ligada al capital transnacional que tiene grandes inversiones en Venezuela. Se trata de dos poderosas fuerzas económicas y sociales que desde un primer momento se sintieron amenazadas y que en efecto, en alguna medida, resultan afectadas por la estrategia económica anunciada y adelantada por el gobierno chavista. También los comerciantes venezolanos de altos, medios y bajos ingresos, habituados a percibir desproporcionados niveles de ganancia por vía del acaparamiento y la especulación, por lo que tampoco iban a resignarse a reducir o contener sus ganancias como consecuencia de las políticas chavistas. Ello provocó e hizo posible la perversión del mercado interno que hemos denominado “canibalismo económico”, una patología social signada por el acaparamiento y la escasez inducida, por un permanente mercado de vendedores, por mercados negros, compras nerviosas y por una inflación galopante.
Cabe preguntarse: ¿En qué sentido y por qué razones puede afirmarse que la estrategia económica del proyecto chavista provocó la grave crisis económica caracterizada, entre otros rasgos, por una híper inflación galopante e irrefrenable? Las señaladas políticas sociales se caracterizan por estar destinadas a lograr, entre otros fines, el mejoramiento de las condiciones de vida y el incremento de la capacidad adquisitiva de todos los venezolanos, y, bien sabemos que en cualquier país del mundo capitalista el aumento de la demanda genera el incremento de los precios, los cuales se elevan hasta el límite en que el incremento de los mismos comienza a atentar contra los niveles de ganancia de sus propietarios o vendedores. Por otra parte, el incremento de la demanda tiende a generar un “mercado de vendedores” o una escasez relativa (mayor demanda que oferta). A ello se unió, en nuestro caso, una escasez inducida, derivada del acaparamiento de los productos regulados que desaparecieron de los anaqueles para aparecer, posteriormente, en los mercados paralelos.
Esta fue una de las maneras en que los poderes fácticos de la economía, integrados por las grandes empresas capitalistas, nacionales y transnacionales y los comerciantes en general, grandes y pequeños, logran revertir la procurada distribución equitativa de la renta petrolera intentada por el gobierno a través de las políticas sociales. Para ello quienes tienen poder de mercado apelan a los precios. Los economistas burgueses consideran los precios un medio como de asignación de recursos y, efectivamente, los precios constituyen un medio de distribuir la riqueza de un país entre los propietarios de las mercancías (vendedores) y los consumidores (compradores) de las mismas. Así que, a partir del incremento de la capacidad adquisitiva de los trabajadores, los poderes fácticos de la economía (oligarquía y capital transnacional) encienden la aspiradora constituida por los precios altos y, literalmente, sacan de los bolsillos del pueblo la renta petrolera distribuida por el gobierno.
Y, para entender mejor debemos preguntarnos qué es la inflación. Conforme al significado mismo de la palabra, tal como en el caso del panadero que al añadirle levadura a la misma cantidad de harina, logra aumentar el tamaño de sus panes, pero no su peso, ni su contenido alimenticio, así mismo, en economía inflación significa aumentar el precio de las mercancías por encima de su valor (o costo de producción), y, de esta manera, obtener un beneficio mayor al que obtendría asignándole un precio menor y más acorde a su valor. Esta es la manera en que los capitalistas logran maximizar sus ganancias, cuando las condiciones del mercado (nivel de demanda) se lo permiten y especialmente cuando no logran maximizar sus ganancias de otra manera, es decir, en el proceso de producción, vale decir, de explotación y expropiación de sus trabajadores. Ello demuestra que la inflación es un arma de la lucha de clases que tiene en sus manos el capitalista. Otra manera de expropiar a los trabajadores y/o al pueblo en general.
Por su parte, el gobierno responde esta ofensiva antipopular intentando defender a los afectados, controlando los precios de las mercancías mediante políticas coercitivas de carácter administrativo, fiscal o policial, y, ¿cómo reaccionan los poderes fácticos? Corrompiendo mediante el soborno a los funcionarios encargados de la vigilancia y control de los pecios o acaparando los productos, sacándolos de los canales habituales de distribución y comercialización, para distribuirlos de manera subrepticia, mediante el “bachaquerismo” o destinarlos al contrabando de extracción. El gobierno endurece los controles y amenaza con sanciones, pero, en esa inclemente y a veces cruenta batalla, en ese indiscriminado “sálvense quien pueda”, en esa perversión del mercado interno que hemos denominado “canibalismo económico”, el gobierno responde con medidas más severas que resultan infructuosas e impotentes, pues, en una sociedad regida por el afán de lucro y la voracidad acumulativa, los empresarios y comerciantes, responden ingeniándoselas para burlar los controles y evadir las sanciones.
Todo ello contribuye a estimular la corrupción y fomenta la formación de mafias que se apoderan de los canales de distribución. Pero, en nuestro caso, la inflación no está relacionada sólo al aumento del poder adquisitivo de la población, a la disminución de la oferta por caída de la producción, al acaparamiento, a la especulación; al “bachaquerismo” y al contrabando de extracción, sino que, también está estrechamente ligada a la devaluación de nuestro signo monetario. En efecto, en nuestro país se ha producido una perversa y muy nociva dolarización fáctica. Y no es casual el hecho de que una moneda fuerte desplace a una moneda débil cuando las dos ocupan un mismo espacio económico, pero, el agravante en nuestro caso, ha sido la exacerbada demanda de dólares en la que hemos quedado atrapados los venezolanos, lo que nos ha conducido a una literal pulverización del valor del bolívar y a un diabólico entrampamiento multifactorial que asfixia la economía venezolana atrapada en una espiral híper-inflacionaria.
Todo ello unido a la ofensiva de la oligarquía colombiana aliada de la oligarquía venezolana y del imperio norteamericano, fuerzas que aviesamente se aprovechan de esas circunstancias logrando armar y endurecer el diabólico entrampamiento que asfixia nuestra economía. Nos referimos a la escalada: “subsidios-controles-acaparamiento y desviación de productos-escasez inducida-mercados negros- escalada de precios” unido al contrabando de extracción, un negocio tan lucrativo que ha conducido a la formación de poderosas bandas delincuenciales colombo-venezolanas e internacionales, que han terminado unidas a las que están desmantelando el país traficando con otros productos materiales (metales dolosamente extraídos del país, por lo que estimulan otros delitos y se vinculan a otras mafias y grupos de delincuencia organizada con poder para sobornar o someter a los cuerpos de seguridad venezolanos encargados de combatir el delito. Todo ello conduce al, (y culmina en el) círculo vicioso en espiral “devaluación-hiperinflación-devaluación”.
Pero, con lo dicho no termina nuestro análisis. Continuaremos en nuestro próximo artículo que titularemos “Venezuela: Diagnóstico de la crisis Nº 8: Política económica favorable a la guerra económica: Primera parte
http://josemanuelhermoso.blogspot.com/2018/08/politicas-economicas-contraproducentes.html
Comentarios
Publicar un comentario